El 14 de julio de 1789 los parisinos asaltaron la Bastilla dando inicio a la Revolución Francesa. En la fiesta nacional del país vecino recordamos los rincones más franceses de la ciudad de Sevilla.

Son muchos los monumentos, calles y plazas de nuestra ciudad que están vinculados con Francia. En el barrio de la Macarena tenemos una joya oculta de la arquitectura, la iglesia de San Luis de los Franceses. ¿Por qué este nombre tan extraño para un templo sevillano? San Luis era el noviciado o seminario de la Orden Jesuita. El edificio se asentaba en la llamada por entonces Calle Real, actualmente San Luis, que unía en línea recta la Puerta de la Macarena con la Catedral y que servía de tradicional entrada en la ciudad a los monarcas. En el momento de la construcción del templo, a principios del XVIII, llega a España una nueva dinastía de origen francés, los Borbones. Los jesuitas eligen este nombre para la iglesia para halagar al nuevo rey Felipe V, cuyo antepasado era San Luis.
Pero sería la Revolución Francesa la que haría de Sevilla una ciudad muy gala. Las tropas de Napoleón Bonaparte invaden la ciudad en 1810 y a partir de ese momento comienza el saqueo de obras de arte en las iglesias y conventos de la ciudad. El mariscal Soult, gran aficionado a Murillo y Velázquez, es el responsable de que los sevillanos perdamos para siempre obras de arte que hoy en día están repartidas por los mejores museos del mundo.
Durante el reinado de José I, bautizado por los madrileños como Pepe Botella, fueron destruidos numerosas parroquias y conventos. Los casos más famosos son las antiguas parroquias de Santa Cruz y la Magdalena, cuyos solares ocupan actualmente plazas del mismo nombre. Curiosa paradoja se produce en la primera de ellas, que en la actualidad acoge el Consulado de Francia.
Pero no todo fue destrucción. A mediados del siglo XIX llega a la ciudad Antonio de Orleans, esposo de Maria Luisa Fernanda, la hermana de Isabel II. Antonio era hijo del rey de Francia y como tal se había criado en Versalles. Por ello, al llegar a Sevilla quiso hacer un pequeño Versalles andaluz. El Palacio de San Telmo y los jardínes que lo rodeaban materializaron su sueño. A la muerte de su esposa el parque de María Luisa se convirtió en el primer parque público de la ciudad.
En un pasado más reciente la arquitectura más vanguardista ha llegado a Sevilla de mano de los arquitectos franceses. El Pabellón de Francia de la Expo de 1992 fue uno de los más llamativos que todavía perviven en la Isla de la Cartuja.
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