Toulouse no es una gran capital donde recorrer grandes distancias. Tampoco es una ciudad con una interminable lista de museos y monumentos que estresa sólo con verla. Toulouse es un destino para pasear, disfrutar y relajarse. Si te gusta el slow travel, la capital de la región occitana te conquistará.
Probablemente Toulouse sea la ciudad más española de Francia. La cercanía a la frontera y otros factores históricos han unido sentimentalmente a la ciudad rosa con nuestro país. Veréis que todas las calles tienen una doble rotulación en francés y en occitano, una lengua con una evidente conexión con el catalán. Además, durante la Guerra Civil Española Toulouse se convirtió en refugio de cientos de exiliados republicanos. En la oficina de Turismo podéis pedir un folleto que os llevará por estos lugares de la memoria histórica.
Pero la relación entre la ciudad y sus vecinos transpirenaicos tiene su origen mucho tiempo atrás, cuando la espectacular basílica románica de Saint Senin se convirtió en punto obligado de visita para los peregrinos que se dirigían a Santiago de Compostela. De ahí que por toda la ciudad puedas ver la concha jacobea.
Pero si hay punto de la ciudad que pueda ser considerado céntrico y al que te dirigen todos los caminos es la plaza del Capitolio, que alberga el palacio del mismo nombre, sede del Ayuntamiento. El interior del edificio del gobierno municipal promete ser espectacular, pero durante nuestra visita, que coincidió con el fin de semana, las bodas civiles mantuvieron el palacio cerrado para los turistas.
Además de la basílica románica de Saint Senin la ciudad cuenta con otros espectaculares edificios religiosos. Uno de los más significativos es el antiguo convento de los dominicos, conocido como Los Jacobinos. La entrada a la iglesia es gratuita pero si quieres conocer su impresionante claustro tendrás que pagar. Un dato curioso es que en Francia las catedrales son propiedad del Estado y las parroquias de titularidad municipal. Esta es la razón por la que el uso religioso de estos edificios se compagina con el cultural. Un ejemplo de ello es la iglesia de los Jacobinos en cuyo interior podréis ver instalaciones de arte contemporáneo, salas de conciertos, una sala de estudio para los universitarios o hamacas para que los turistas descansen.
La espectacular catedral de Saint-Étienne te llamará la atención por la diferencia visible entre sus dos etapas constructivas. Junto a ella el antiguo palacio arzobispal, hoy propiedad del Estado. La fachada cerámica de la iglesia de Notre Dame de la Dalbade es una de las más bonitas de la ciudad. Y el barrio que la rodea tiene mucho encanto, con cafés, restaurantes y el cercano mercado de Carmes. Este, junto al mercado de Víctor Hugo son los más interesantes de la ciudad. En este último, subiendo a la primera planta hay muchos restaurantes con carne y pescado a buen precio.
Pero más allá de iglesias y catedralesm Toulouse es una ciudad para pasearla. Para disfrutar de la ribera del Garona, detenerse en rincones como la Explanada de la Daurade y disfrutar de las vistas junto al río. La ciudad está atravesada además por el canal del Midí, una obra de ingeniería que se inició hace casi cuatro siglos con la intención de unir el Atlántico con el Mediterráneo. Varias empresas ofrecen cruceros por el canal, aunque nuestra experiencia no fue demasiado emocionante.
Uno de los rincones más exóticos de la ciudad es el jardín japonés, que te traslada al país oriental y que recrea fielmente todos los elementos de la estricta arquitectura nipona.
La ciudad oferta distintos tipos de museos. Durante nuestra visita tuvimos la oportunidad de visitar dos muy diferentes. La Fundación Bemberg, a pocos minutos del Capitolio, un antiguo palacete renacentista que hoy es sede de un interesante museo privado.
En su interior se expone la curiosa y ecléctica colección artística propiedad de un mecenas argentino que recrea en las diferentes salas a través del mobiliario, las pinturas y otras piezas la decoración típica de los interiores franceses desde la época de Luis XIV a la de los Impresionistas. El museo acoge obras de artistas tan diferentes como Zurbarán y Degas.
Otro museo, muy diferente, es el de Les Abattoirs, centro de arte moderno y contemporáneo que hasta el año 2000 acogió el matadero de la ciudad. Se encuentra al otro lado del río y los jardines que lo rodean son una prolongación de sus salas, con esculturas e instalaciones de arte contemporáneo. Acoge interesantísimas exposiciones de carácter vanguardista.
En definitiva la ciudad tiene un espíritu joven, verde, amable y que incita a recorrerla con tranquilidad y disfrutando de sus jardínes, cafés y espacios para el relax.
Otra información útil:
–Para llegar desde el aeropuerto hay un autobús bastante económico que te deja en la Estación Principal de Trenes así como un tranvía que te obliga a trasbordar con el Metro para acercarte al centro. Nosotros usamos Uber por la comodidad y buen precio.
– Comer en Tolouse no es caro. Nosotros disfrutamos de buen pescado en los restaurantes que hay en la primera planta del Mercado de Víctor Hugo. También tomamos un espectacular brunch en Bapz, en el barrio de la Bolsa. En todos los restaurantes de Toulouse te ponen una botella de agua gratis sobre la mesa.
– Desde Toulouse se pueden hacer muchas excursiones. Nosotros, por falta de tiempo, no pudimos hacer ninguna, pero Albi y Carcassonne son los destinos más frecuentes.