Nantes era una ciudad más de Francia. Un castillo, una catedral, un río… Una más de decenas iguales. Sin embargo, en 2011 la antigua capital de la Bretaña apostó por el cambio creando «Le Voyage à Nantes», una sociedad pública que gestiona la promoción turística de la ciudad sirviéndose de una herramienta muy sencilla: una línea verde. Sí, sí, una simple raya pintada en el suelo que te guía a través de más de 20 kilómetros por las calles y plazas de Nantes llevándote hasta monumentos, espacios culturales, esculturas y jardines. Un recorrido con 50 paradas que se van renovando cada año. Además, de julio a septiembre «Le Voyage à Nantes» ofrece una gran de variedad de propuestas culturales que hacen de esta ciudad del noroeste de Francia un destino muy atractivo en verano.
El centro histórico
La línea verde recorre los principales hitos del centro de la ciudad. El antiguo castillo de los duques de Bretaña es su principal emblema. Entrar en el impresionante patio de armas, recorrer sus almenas o los jardines construidos en el foso que lo rodea es gratuito. Para nosotros fue más que suficiente este recorrido. Para entrar en el interior del edificio, que alberga el Museo de Historia de la ciudad si hay que pagar. A dos pasos está la Catedral de San Pedro y San Pablo que actualmente está cerrada en obras de restauración tras sufrir un incendio provocado en 2020 que tuvo menos cobertura mediática que el de Notre Dame de París. Las plazas de Comercio, Royale y Graslin están conectadas por las calles peatonales y acogen interesantes edificios como el Ayuntamiento, la Ópera o la iglesia de San Nicolás. En este entorno también está el Passage Pomeraye, una elegante galería comercial construida en el siglo XIX que es considerado uno de los centros comerciales más antiguos de Europa.





El Museo de Artes de Nantes es algo que no te puedes perder. El impresionante edificio histórico fue rehabilitado hace unos años y conectado a través de pasarelas con «el cubo» un nuevo espacio expositivo que alberga la muestra de arte contemporáneo. La antigua capilla del oratorio, unida al museo por medio de un túnel, se usa también para exposiciones temporales. La colección es de primer nivel con firmas que van desde Tintoretto a Picasso pasando por Caravaggio, Rubens, Monet, Rodin o Kandinsky. Los jueves de 19 a 21 horas y el primer domingo de cada mes (excepto en julio y agosto) la entrada es gratuita.




Los jardines
Los parques y zonas verdes de Nantes son todo un regalo. Desde los jardines que rodean al castillo de los duques de Bretaña, al enorme paseo peatonal que une la estación con la Plaza de Comercio, el verde lo invade todo. Pero si hay tres parques que no te puedes perder son el Jardín de las Plantas, la Isla de Versalles y el Jardín Extraordinario.
El Jardín de las Plantas da la bienvenida a los viajeros que llegan a la ciudad en tren. Está a dos pasos de la salida norte de la estación. Sus invernaderos, huertos y estanques ya son motivo suficiente para acercarse, pero desde que «Le Voyage à Nantes» contrató al escultor Jean Jullien es aún más atractivo. Jullien ha escondido a sus divertidos personajes entre los árboles, setos y estanques. Los niños (y no tan niños) fliparán.



La isla de Versalles , al norte de la ciudad, alberga un precioso jardín de inspiración oriental que te trasladará a Japón. Algo más alejado del centro, en la zona más occidental de la orilla norte del Loira, se encuentra el Jardín Extraordinario, una iniciativa ciudadana que está transformando poco a poco una antigua cantera en un jardín tropical con un rocódromo, una impresionante cascada y una empinada escalinata que salva el enorme desnivel entre el barrio alto y el puerto. Para llegar a él recomiendo subir suavemente por la Rue de l´Hermitage, junto al museo de Julio Verne, disfrutar de las vistas del Belvedere de l´Hermitage y descender por la escalinata hasta la cascada. El camino es más agradable que por la carretera de abajo.




La isla de las máquinas
Pero si hay algo que ha hecho célebre a Nantes en los últimos años ha sido el proceso de transformación de la antigua zona industrial de la Isla de Nantes en «La Isla de las máquinas». Antes de cruzar el puente que te lleva a la isla puedes ver el Memorial a la abolición de la esclavitud un interesante espacio urbano junto al río que recuerda el pasado esclavista de la ciudad a través de una instalación en el pavimento con los nombres de los «barcos negreros» que salieron durante siglos de su puerto. En una galería subterránea se narra la Historia de la esclavitud en el mundo.






Nada más cruzar el puente Ana de Bretaña accedemos al mundo de fantasía inspirado en la obra del escritor nantés Julio Verne. El enorme elefante mecánico sale del invernadero que hay frente al puente pero no es raro verlo pasear por las calles de la isla. Subir a él cuesta 8 euros pero nosotros nos confirmamos con verlo en movimiento desde tierra. En todo el paseo fluvial que hay entre el invernadero y la punta occidental de la isla iremos encontrando curiosas obras de arte contemporáneo como «On marcher sur la lune» una divertida instalación de camas elásticas en el interior de cráteres lunares;»Invedus-bottes», unas impresionantes botas de agua gigantes o Les Anneaux, unos llamativos anillos que se iluminan por la noche.
En este lado de la isla recomendamos visitar dos interesantísimas galerías de arte contemporáneo que acogen exposiciones gratuitas HAB Gallerie y FRAC. Además en Le Cale 2 te invitamos a ver la exposición en la que se narra el plan urbanístico de transformación de la isla, que todavía no está acabado. Del lado de la isla entre el puente de Ana de Bretaña y la Pasarela Victor Schoelcher te animo a seguir la línea verde para toparte con la divertida instalación «Metre à ruban» con una cinta métrica gigante y la inquietante «In a silent way», que se sitúa en el centro del barrio de la creación desde el que empresas, Escuela de Arquitectura y Facultad de Bellas Artes están transformando la ciudad
Un paseo en barco a Trentemoult




Una de las excursiones típicas en Nantes es ir al antiguo pueblecito pesquero de Trentemoult. Se accede a él tras un corto paseo en barco de 10 minutos que vale menos de 3 euros. Lo más agradable de la «miniescapada» es el trayecto fluvial. Al barrio le han querido dar un ambiente bohemio con talleres de artesanos y casas de colores vivos muy «instagramers» pero tampoco tiene más gran atractivo que perderte por sus callejones y tomar algunas fotos. Algunos grafitis, la enorme instalación del Péndulo de Trentemoult y los paneles cerámicos hacen de este lugar un paseo simpático.
Excursiones desde Nantes
Nantes tiene dos o tres días de visita si los aprovechas bien. Si te quedas con ganas de conocer algo de los alrededores y no tienes coche (como nos pasó a nosotros) el maravilloso transporte ferroviario francés te ofrece la posibilidad de conocer dos destinos muy intersantes: Clisson y Angers.





Clisson está a apenas 20 minutos de Nantes en un tren ligero que sale de la estación de ferrocarril. Te recomendamos ir el viernes porque es día de mercado y vale la pena ver el pueblecito en todo su esplendor. Precisamente Les Halles, el antiguo edificio de madera del mercado, es una de las estampas más curiosas de este encantador pueblo medieval. A dos pasos está el castillo, muy bien conservado y con unas impresionantes visitas de la zona. Luego te recomendamos bajar al río y admirar los puentes de La Vallee y San Antonio. El Viaducto de Clisson ofrece una sorpresa bajo su bóveda que solo se puede descubrir viendo a través del prismático que el Ayuntamiento ha dispuesto en el lugar. A solo 15 minutos del centro del pueblo la Domaine de la Garenne Lemot es una impresionante propiedad con impresionantes jardines sobre el río y un precioso palacio que acoge interesantes exposiciones. El acceso es gratuito. El pueblo tiene una agradable excursión de una mañana que puede ser una buena escapada desde Nantes.
Angers es una ciudad más grande a 1 hora en tren de Nantes. Vale la pena visitarla por su impresionante y enorme Castillo que, aunque un poco caro, ofrece un recorrido muy completo cuya guinda del pastel es el Tapiz del Apocalipsis un inmenso tapiz de 104 metros de largo del siglo XIV que se conserva milagrosamente en la fortaleza. La inmensa Catedral gótica es otro de los imprescindibles de la ciudad. Bajando la escalinata que hay frente a su puerta principal se cruza el Puente Verdún hasta el antiguo barrio medieval donde se puede visitar la Iglesia de la Trinidad o disfrutar de las preciosas vistas desde la explanada frente al Teatro de Le Quai.




Dormir, comer y beber en Nantes
Un planazo por el que optamos alguna noche que otra después de muchas caminatas fue comprar unos quesos, patés y vinos y cenar en nuestro apartamento. Nos alojamos en L´orchestre, muy cómodo y funcional.
Si no te importa alejarte un poco del centro en la Rue Fouré encontramos una zona nada turística donde los nanteses disfrutaban de una amplia oferta gastronómica. Nuestro favorito fue el restaurante vietnamita La Căn tin Việt.
En la Isla de las Máquinas las opciones son pocas pero lo tienen muy bien montado. Una enorme carpa acoge La Cantine du Voyage con solo tres menús (uno de carne, otro de pescado y uno infantil). Barato y práctico.
Para tomar un vino reúnete con los más bohemios de la ciudad en Cafe du cinema. Muy cerca de nuestro apartamento descubrimos Zygo Bar con música en directo donde pudimos disfrutar del concierto de un divertido grupo japonés que estaba de gira en Francia.
Para llegar desde el aeropuerto
Lo más cómodo es tomar la «navette» un autobús directo que te lleva en 20 minutos de la terminal a la estación de tren o la plaza de comercio. Vale 9 euros por persona y trayecto. Se puede comprar en el mismo autobús e incluso pagar con tarjeta.
En definitiva Nantes y sus alrededores son un destino muy atractivo para un fin de semana largo para acudir en pareja, con amigos o con niños. ¡Disfrútala!