Calabria es probablemente la región más desconocida de Italia. Es el punto más al sur de la península, la punta de la bota. Durante siglos Calabria formó parte de las posesiones de los reyes de Aragón y posteriormente de los de España. En mi post Estudiar italiano en Calabria te conté mi experiencia haciendo con Sprachcaffe uno de sus cursos de italiano aquí te descubro qué ver en una de las zonas más interesantes de esta región: la Costa de los Dioses.
Calabria ha sido a lo largo de la Historia un crisol de Culturas: griegos, romanos, bizantinos, musulmanes, normandos, españoles, austriacos y franceses han pasado por ella antes de que en 1861 se incorporara al recién creado Reino de Italia. En la actualidad es una de las veinte regiones de Italia. Su aislamiento la convierte en un auténtico paraíso todavía por explorar al que el turismo de masas aún no ha llegado.
En la región hay dos aeropuertos, el de Lamezia Terme y el de Reggio Calabria. Reggio es la ciudad más grande de la zona, con casi 200.000 habitantes y con el Museo Nacional de la Magna Grecia como principal encanto. Esta institución acoge los famosísimos Bronces de Riace dos esculturas griegas del siglo V a.C. que son verdaderamente excepcionales porque son poquísimos los originales griegos en bronce que se conservan en el mundo. Calabria perteneció durante siglos a la llamada Magna Grecia, un territorio ocupado por colonos griegos cuya influencia se extiende hasta la actualidad. Pueblos como Aspromonte o Pentedattilo (en griego «cinco dedos» por la forma de mano de su caserío sobre la montaña) conservan aún la lengua griega como medio de comunicación entre sus escasísimos habitantes.
Pero el verdadero encanto de La Calabria está en sus pequeños pueblos. Algunos de los más interesantes se encuentran en la llamada Costa de los Dioses, que se extiende de Pizzo Calabro a Nicotera y que esconde una interesantísima Historia.
Tropea en ese sentido se lleva la palma. Con apenas 6.000 habitantes, la capital de la Costa de los Dioses cuenta con muchísimos encantos y cosas que ver. Está bastante bien comunicada por tren con el Tropea Express que la une al aeropuerto de Lamezia y a la ciudad de Rosarno. La imagen más conocida es la de ese acantilado con casas que parecen flotar en el aire sobre la playa de Mare Piccolo, pero sus encantos van mucho más allá.
A apenas 10 minutos caminando de la estación se encuentra su precioso centro histórico lleno de calles estrechas, bares, heladerías, restaurantes y antiguos palacios hoy transformados en hoteles. Durante las noches de verano la ciudad tiene muchísimo ambiente y las calles están repletas de gente.
La Catedral de Tropea es una construcción de origen normando. Este pueblo de origen vikingo que dominó el norte de Francia e Inglaterra también tuvo una amplia presencia en el sur de Italia y Sicilia durante siglos. La entrada el templo es gratuita.
En el interior de la Catedral verás dos bombas de la II Guerra Mundial que, según cuenta la leyenda, por intermediación de la patrona de Tropea, Santa María de Rumanía, no exploraron librando a la población de una catástrofe.
Junto a la Catedral hay un interesantísimo Museo Diocesano que ocupa el espacio del antiguo Palacio Episcopal y acoge una excepcional colección arqueológica que hace un repaso por la Historia Antigua de la ciudad, desde los griegos a los normandos. Además el museo cuenta con una amplia colección de pintores del sur de Italia donde se puede ver claramente la conexión con España. Artistas presentes en este museo, como Luca Giordano, acabaron trabajando en Madrid llamados por los reyes de España que también eran monarcas de Nápoles.
Frente a la costa de Tropea llama la atención un promontorio que hoy forma una península pero que en el pasado fue una isla, de ahí su nombre, Santa María dell´Isola, un monasterio de influencia bizantina que vale la pena visitar no sólo por su encanto sino por las maravillosas vistas de la ciudad y del mar que hay tanto desde la terraza de la iglesia como desde los jardines.
Aunque no pertenecen a Calabria, sino a Sicilia, las Islas Eolias y el Volcán de Stromboli suponen uno de los principales atractivos de la zona y cada día salen de Tropea cruceros que permiten explorar las islas más importantes e incluso un tour, Stromboli by night, que cuando el volcán está activo promete una experiencia realmente muy llamativa.
En el extremo más al norte de la Costa de los Dioses está Pizzo, una pequeña ciudad con mucho encanto a la que se puede llegar con el tren Tropea Express. En el centro de la localidad se encuentra el llamado Castillo de Murat, una antigua fortaleza aragonesa que pasó a la Historia cuando el cuñado de Napoléón y rey de Nápoles, Joaquín Murat, desembarcó en la ciudad a principios del siglo XIX con la idea de reconquistar su Reino. Su gran enemigo, el rey de origen español Fernando de Borbón, lo apresó y encerró en la fortaleza donde fue fusilado en 1815. El interior del castillo recrea los últimos días de vida del cuñado de Napoleón.
A apenas un kilómetro del centro de Pizzo se encuentra uno de los lugares más curiosos de la Calabria, la iglesia rupestre de Piedigrotta, un templo junto al mar excavado en la roca y repleto de esculturas en la misma piedra calcárea. La misteriosa construcción tiene su origen en la leyenda de que en 1600 un grupo de marineros naufragó en la zona y se refugió en la gruta durante una tempestad. En agradecimiento a la virgen construyeron una ermita que a lo largo de los siglos ha sido enriquecida con esculturas
En el extremo sur de la Costa de los Dioses, donde comienza la Costa Viola, encontramos la villa medieval de Nicotera, una localidad a la que también llega el Tropea Express aunque desde la estación hay que ascender al centro. Un arco bajo el imponente castillo Ruffo da acceso a un entramado de estrechas callejuelas. La ciudad medieval se organizaba en torno a los distintos gremios dejando la zona más cercana al mar a los pescadores. La población de Nicotera todavía habla dialecto calabrés y es sorprendente escuchar la enorme influencia del español en esta variedad lingüística.
En definitiva la Calabria y la Costa de los Dioses han sido toda una sorpresa que he descubierto este verano haciendo un curso de italiano con SprachCaffe. En mi post «Estudiar italiano en Calabria» te cuento mi experiencia completa.
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