En este post no te voy a recomendar los sitios típicos de Lisboa. Esos ya los puedes encontrar en cualquier guía o blog de viajes. En estas líneas quiero descubrirte algunos de los rincones secretos que he descubierto en mis visitas a la capital del Tajo. Si ya has visitado la capital portuguesa otras veces y quieres conocer algunas curiosidades fuera de los circuitos habituales lee esta entrada.
Uno de mis espacios favoritos de Lisboa es la iglesia de Santo Domingo. Un templo en el que, nada más traspasar sus puertas, sentirás un escalofrío. El interior de la antigua iglesia conventual está completamente calcinado desde mediados del siglo XX y mantiene este aspecto como recordatorio del devastador incendio que sufrió. Algunos vieron en aquellas llamas destructoras un «castigo divino» por el papel que la orden de Santo Domingo jugó en la masacre contra los judíos que vivió Lisboa en 1506. Un monumento en forma de estrella de David en la puerta recuerda esta triste historia. La iglesia está a dos pasos de la plaza de Rossío.
A dos pasos de la Plaza del Comercio se puede ver un rincón muy especial de la ciudad. La Fundación José Saramago en la Casa de los Bicos tiene justo en frente un olivo bajo el que están depositadas las cenizas de este escritor que tanto luchó por el entendimiento entre España y Portugal. Desde la plaza puedes pasar la antigua puerta del Mar para subir por las callejuelas que terminan en la Sé o Catedral.
Justo al lado de la Catedral, está el Museo de Aljube, antigua cárcel de presos políticos durante la dictadura de Salazar. La ciudad recuerda en este museo la Resistencia al Régimen y la Revolución de los Claveles, que trajo la democracia a Portugal en 1974.
Si te interesan los graffitis uno de los más espectaculares de Lisboa está en la subida desde la plaza de Figueira al Castillo de San Jorge (ver ubicación aquí). Los portugueses lo llaman el Grafiti del Fado o de San Cristobal. Es un homenaje al Fado, uno de las expresiones artísticas más particulares de la cultura popular lisboeta. El mural hace un guiño a todos estos elementos tradicionales de la música portuguesa, también al santo patrón del templo que se encuentra al final de la escalera, San Cristobal, patrón de los peregrinos o a las típicas señoras de barrio que chuchichean en la esquina de una tortuosa calle.
Si con todo este subir y bajar de escaleras te ha entrado hambre te recomiendo que vayas a uno de los restaurantes más espectaculares de Europa, Palacio Chiado. Se trata de una casa señorial del siglo XVIII tranformada en una especie de mercado gourmet bastante asequible. Tras subir una espectacular escalinata podrás sentarte a comer rodeado de frescos de principios del XIX e iluminado por lujosas arañas de cristal. Aunque el aspecto lujoso del local haga presagiar un infarto a la hora de recibir la cuenta por experiencia os digo que se puede comer muy bien por menos de 30 euros.
Si después de cenar te quedas con ganas de tomar una copa, uno de los sitios más curiosos es la Pink Street o calle Rosa, conocida así por la alfombra de este color tan llamativo que la decora. Está a dos pasos de la Estación de Cais do Sodré y ahora lo ocupan bares de copas que en el pasado fueron prostíbulos.
Los turistas que van a la cercana Belén se dirigen directamente a visitar la Torre de Belén, el monumento a los Descubridores o hacen cola para degustar uno de los archiconocidos pasteles de nata. Pero pocos se detienen en dos espacios para mí únicos en este entorno. El primero de ellos es el espectacular claustro manuelino del Monasterio de los Jerónimos. Entrar a la vecina iglesia, que es espectacular, es gratuito. Pero pocos son los que abonan la entrada para conocer una de las joyas de la arquitectura portuguesa. Además, la visita incluye el acceso al coro del templo, desde el que se pueden ver unas increíbles vistas de la iglesia desde arriba.
El otro espacio es la cercana Plaza de Afonso de Alburquerque, un espacio ajardinado y muy tranquilo donde podrás tomar tranquilamente un picnic rodeado de flores y de algunos templetes orientales. Desde tu asiento mira a la entrada del gran palacio de color rosado que preside la plaza, si la bandera portuguesa está sobre el mástil quiere decir que ese día el presidente de la República portuguesa está en casa, porque esta es la residencia del más alto dignatario de Portugal.
En definitiva, Lisboa es una ciudad para visitar y revisitar, donde siempre encontrarás cosas nuevas que hacer y que ver.
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