La isla de los niños perdidos

¿Tuviste una infancia feliz? Existe el mito de que cuando somos niños vivimos el periodo más feliz de nuestras vidas. No tenemos preocupaciones ni responsabilidades, todo son facilidades.  Sin embargo, a poco que nos detengamos a pensar, todos recordaremos momentos que en aquel tiempo nos parecieron terribles: un mal día en el colegio, una pelea con el «matón» del parque, un suspenso, una riña de tus padres… Vistas desde nuestra perspectiva actual, nos parecen inquietudes anodinas, una preocupación de niños. Pero en aquel momento para nosotros eran «un mundo», nuestro mundo.

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La línea curva del tiempo

«No me gusta porque lo ha hecho un arquitecto extranjero, ¿es que no hay buenos arquitectos en esta ciudad?». «Qué material más raro, no hay ningún edificio en Sevilla construido de esta manera». «Es demasiado grande en comparación con las casas que tiene alrededor». «Está costando demasiado caro». Un grupo de comerciantes paraba por un momento su actividad en las Gradas de la calle los Alemanes, para observar las bóvedas de esa nueva catedral gótica que se estaba construyendo.

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Escapar del trampantojo

Una mentira nunca se convierte en verdad a fuerza de repetirla muchas veces. ¿O si?
Existe en la Historia del Arte una técnica llamada trampantojo (trampa ante el ojo) que consiste en engañar a la vista jugando con las perspectivas y con los juegos ópticos. Esta, como otras tantas cosas, también fue inventada por los griegos. Cuenta la leyenda que, en la Grecia antigua, existían dos pintores reconocidísimos: Zeuxis y Parrasios. Se organizó un concurso para descubrir cual de los dos era mejor como artista. Zeuxis presentó una pintura en la que se representaba a un niño con unas uvas. El realismo era tal, que unos pájaros se acercaron a picotear los frutos. Zeuxis, que se creía ya vencedor, le dijo a su oponente que retirara la tela que cubría su pintura. Parrasios le pidió que lo hiciera él mismo, descubriendo éste al acercarse que la tela no era real, sino que estaba pintada. El vencido no pudo sino reconocer su derrota diciendo: «Yo he engañado a unos pájaros, pero Parrasios me ha engañado a mi.»

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Soledad 2.0

En este blog sobre arquitectura parece inevitable hablar en algún momento de los arquitectos de la palabra: los escritores. Existen ciertos autores sobre los que se escribe mucho, se dice, se comenta y a los que nunca se les lee. Todo el mundo puede citar la primera frase del Quijote sin haber pasado nunca de la primera página. Pues con el francés Marcel Proust ocurre lo mismo. Su En busca del tiempo perdido es citada en algún momento por todo gafapasta o cultureta que se precie. Pero pocos son los que hasta el momento han tenido el valor de leer sus más de 3.000 páginas a las que su autor dedicó quince años de su vida.
Proust habla sobre muchas cosas en su novela. Desde luego no dejaría temas pendientes por falta de espacio… Pero puede decirse que a lo largo de toda su obra (tanto la que escribió como la que vivió) hay una constante: la solitude.

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Carta a Lucas

Querido Lucas:
Con esta carta te quería dar la bienvenida a nuestra familia. Aún ni siquiera he podido verte la carita en persona, pero todos los que te han conocido ya dicen que eres una cosita preciosa y que, de momento, pareces más Velasco que Yánez. De esta última familia ya has conocido a tus abuelos, que han ido hasta tu ciudad en expedición para ser los primeros en verte. Al resto nos irás descubriendo poco a poco y comprobarás que has venido a caer, tanto en Barcelona como en Sevilla, en lo que se llama una gran familia.
Por la parte de tu padre, eres el sexto de los nietos. Ya conocerás a tus primos mayores: Marina, Rafa, Dani y Rubén. Tu hermana Martina te los irá presentando… Ellos ya están emocionados con tu nacimiento. El otro día Rafa llenó su casa de notas dirigidas a tí, «al primo más guapo».
Tus padres no podían haber elegido mejor nombre para tí. Lucas fue un evangelista. Dicen los entendidos en la materia que fue el mejor de todos, porque su evangelio, a diferencia de los otros tres, no estaba dirigido solo a los judíos, sino a todos los pueblos. Lucas no era judío; y por eso escribió un evangelio para que lo entendiera todo el mundo. A ti te va a pasar algo parecido. Serás catalán y andaluz a la vez. Eres el heredero de dos culturas de cientos, miles de años y te han tocado unos padres que han sabido unir lo mejor de uno y otro pueblo. Así que, como aquel que llevó tu nombre hace casi 2.000 años, tendrás que ser un puente entre unos y otros.